miércoles, 30 de enero de 2008

El gran día. Parte 3

La invitación quedó pendiente. Recuerdo que en ningún momento sentí demasiada ansiedad o entusiasmo por asistir a la charla y permitirme al menos conocer la propuesta del promocionado doctor. Creo que las continuas decepciones habían hecho mella en mi ánimo y socavado cualquier resto de esperanza. Para ese entonces, yo estaba en tratamiento con la endocrinóloga numero siete desde que vine a vivir a Bahía desde Mar del Plata en el año 99. Lo nuevo en el caso de esta doctora había sido la incorporación de dos medicamentos que por sus elevadísimos costos prometían el milagro. Uno “chupaba” el excedente de grasa que se ingería con la comida y lo eliminaba en las heces. El otro, mas caro, novedoso y supuestamente revolucionario tenía como finalidad bloquear la sensación de hambre en el cerebro, cosa que jamás ocurrió.
La cita en el Don Bosco era a las 20, media hora antes decidí ir. El frío era impresionante y el cielo estaba cubierto de nubarrones amenazantes. Aún así subí a mi moto y llegué al teatro. Había una larga cola (de hecho tuvieron que repetir la conferencia dos horas más tarde para la gente que quedó afuera). Al llegar, un muchacho de seguridad me preguntó el nombre y para mi sorpresa, Sergio “70 kilos bajados” salió a recibirme. No solamente se acordaba de mí, sino que me ubicó en la segunda fila al tiempo que me informaba que “Máximo había dispuesto que fuera al famoso VALE CLAVE de la semana siguiente en Buenos Aires”. "¿Máximo?" pensé. El mismísimo Máximo “inalcanzable” Ravenna quería que YO fuera a su clínica? ¿El Máximo de Daisy May Queen? Naaaaaaa. Es demasiado!.
Azorada me ubiqué en la butaca y pude ver en el escenario un impecable despliegue de tres profesionales que sabían muy bien lo que hacían. La Lic. Alejandra Raichuni, Coordinadora del Area de Nutrición explicó los fundamentos del método y deslizó la primera frase que me resonó “trabajamos para ser delgados, no menos gordos”, esto último era exactamente lo que yo había logrado en los últimos 15 años, bajar algunos kilos, conformarme con eso durante un breve período de tiempo y luego recuperarlos invariablemente. Habló de achicar las porciones (MEDIDA), disminuir las ingestas a 3 o 4 por día (DISTANCIA) y despegarnos de la comida evitando así pensamientos obsesivos y vínculos poco sanos (CORTE). Los logros inmediatos y los cambios visibles se convertían inmediatamente en el motor del tratamiento. Luego fue el tuno del Prof. Daniel Meaglia, Director del Departamento de Educación Física y Spa. Con un porte impecable, camisa blanca y corbata roja, el señor en cuestión que hizo suspirar a las damas (doy fe, lo escuché!) nos introdujo a la idea de AFA (actividad física adaptada) echando por tierra cualquier preconcepto acerca de que la persona con mucho sobrepeso “no puede” realizar actividad física e instalando esta nueva definición que promueve un programa de ejercicios que en primer lugar tiende a lograr paso a paso un cambio de conducta, logrando así, pasar de ser sedentarios a activos. Por último, el Dr. Ravenna, impecable (arrancando otra tanda de suspiros por parte de la platea femenina) instaló en la audiencia unos cuantos planteos, para nada descabellados. Me vi asintiendo con la cabeza cada tema que el doctor esbozaba. Fue muy impactante caer en la cuenta de que “ahí afuera” había un mundo que propiciaba el exceso, un mundo esquizofrénico que te invitaba a comer al tiempo que te discriminaba por gordo. Debo confesar que el método “me cerró” rápidamente ya que el planteo era sumamente coherente. Después de la disertación me acerqué a saludar, creo que en el fondo quería buscar un desaire, una mala actitud, algo que de alguna manera me hiciera desistir de emprender este nuevo camino. Nada de esto ocurrió, todo lo contrario, Sergio me presentó más gente y a todos les informó acerca de mi condición de invitada de “Máximo” y futura paciente de la clínica. Yo no lo podía creer. Salí del recinto totalmente maravillada y seducida por la calidad de la información que había recibido por parte de estos profesionales. Algo había cambiado en mi interior en forma inequívoca, sabía que ese revoloteo que sentía en el pecho signaba el nacimiento de una ilusión, mi intuición me decía que esta vez era diferente. Caminé dos cuadras bajo la llovizna incipiente, tomé el celular y llamé a mi novio para comunicarle la novedad: “la semana que viene me voy a Buenos Aires”…..

lunes, 28 de enero de 2008

El gran día. Parte 2

Lejos de alegrarme ante la presencia del Dr. Ravenna decidí esconderme hasta que terminaran de hacerle la nota. En cierto modo sentía que enfrentarme a él iba a ser el principio del fin, que presentarme ante su mirada “anti gordo” terminaría por desnudarme. Algo así como cuando uno se encuentra en la calle con el dentista, al cual hace 2 años que dejó de ver y evita sonreírle para que no note el desastre ocurrido en su ausencia. O el peluquero, que aparece en el momento menos indicado, después de que una ráfaga de 120 Km. por hora alborotó tu cabellera dos cuadras antes. Ravenna era lo mismo. Iba a hacerme notar mi gordura y seguramente trataría de integrarme a sus huestes en forma compulsiva. Conclusión: evitemos el encuentro. Sólo restaba buscar un lugar seguro para esperar que el señor se retire...
Listo! La oficina del servicio informativo podría albergarme. Desde allí no solo escucharía la entrevista cómodamente instalada sino que retornaría a mi puesto de trabajo una vez calculada la salida de la inoportuna visita. Lejos de prestarle atención a sus conceptos, mientras "hacía tiempo" me dediqué a “sacarle el cuero” con un compañero, que como yo, ostentaba unos cuantos kilos de más. Ahí estábamos los dos: “Que este tipo te mata de hambre” “que sabés como subís cuando dejás la dieta” “que yo me compré el libro y no me enganché para nada” etc. Recuerdo que hasta me animé a tirar un chiste cuando le pedí refugio: “me puedo quedar con vos? está Ravenna con su comitiva haciendo un relevamiento de gordos. Vamos a quedarnos acá hasta que se vaya, sino nosotros dos somos números puestos!” jajaja. Jajaja?.
Una vez terminada la nota esperé un tiempo prudencial para dejar que se despida y salí… justo para chocármelo!. Me lo presentaron, y en menos de lo que canta un gallo, adelantándome a la temida reprimenda y a modo de escudo, saqué a relucir mi ancestral problema de tiroides… ese terrible flagelo que me estaba impidiendo bajar de peso desde el año 94. Con una sonrisa entre socarrona y seductora el doctor tiró abajo la defensa señalando mi mandíbula: “el problema no esta en la tiroides, esta acá”. Indignada quedé enmudecida y pensé: “pero que tupé! qué me quiere decir? que como demasiado? por favor!!!!”. Acto seguido un tal Sergio que me cuenta bajó 70 kilos y dejó de tomar 14 pastillas diarias me invita a la charla a desarrollarse ese mismo día en el Teatro Don Bosco. No conformes con eso, ambos me sugieren que asista a un grupo la semana siguiente. Ah bárbaro! Dónde es? En Buenos Aires. Les respondí: “bueno, vemos” al tiempo que pensaba: “ni loca!”.

domingo, 27 de enero de 2008

El gran día. Parte 1
Conociendo al Dr. Ravenna.

7/9/2007: día del inicio de mi tratamiento en el CTMR Bs.As
7 + 9 +2 + 7: 25
2 + 5: 7.
Es el siete un número mágico? Tanto se habla de las 7 maravillas del mundo, los 7 colores del arco iris, las 7 notas musicales y la infinidad de sietes que los “sietologos” han enumerado y descripto para sostener su devoción hacia el venerado número, que ante tanta prueba, uno termina por adherir mínimamente. O por lo menos, se atreve a considerarlo. En mi caso no nací un 7 ni en el año 77 pero si adopte un 7 (de diciembre) como día “de suerte”. En realidad no fue elegido del todo en forma azarosa, ya que en un día como ese se celebró mi fiesta de egresados, lo cual me pareció mérito suficiente como para otorgarle el podio. Fecha a veces cuestionada y mirada con recelo porque también es el cumpleaños de mi prima hermana, “esa” con la cual siempre me comparaban por ser más “hacendosa” que yo, por lavarse las bombachas a temprana edad y por ayudar en las tareas del hogar. Ah! Y además siempre fue, es y será súper flaca. De todas maneras, con prima o no, supe por varios años adoptar “su” día como de buenos augurios. Con el correr del tiempo y ante la ausencia de hechos extraordinarios que lograran mantener su supremacía decidí abandonarlo. Año 2007: un nuevo 7, en este caso de Septiembre vuelve al ruedo y promete consagrarse para siempre...Ya van a enterarse por qué.
Jueves 30 de Agosto (celebración de Santa Rosa de Lima). Un día como todos, sólo que en lugar de levantarme a la hora de costumbre, el reloj (o el cuerpo, no recuerdo bien) me jugaron una mala pasada y perdí la oportunidad de seleccionar un atuendo medianamente digno que me permita asistir a mi trabajo “algo” arreglada. Hacia mucho tiempo que había dejado atrás la pretensión de vestirme dignamente, solo recuerdo esporádicas temporadas menos gorda que me permitían jugar a lucir modelos mas modernos. Para ese entonces lo mío eran las túnicas estilo hindú y un precioso saco de lana con capucha, largo y sobrio que adquirí en tres colores diferentes agradecida por su perfecta funcionalidad.
Esa mañana mis togas no estaban disponibles, por lo cual decidí ir con remera (y el sacón obvio!). Claro síntoma de que ya no me importaba nada. A la radio con remera? Jamás! Pero total… quien me iba a ver?. Los mismos de siempre. Al llegar observé al conductor luciendo una corbata, signo inequívoco de visita importante. Quien viene? El Dr. Ravenna. QUIEN???????? Mi memoria no tuvo que bucear demasiado para localizar ese nombre en el archivo. Dos años antes lo había visto en una tapa de la revista Única. Allí, Daisy May Queen con su enorme sonrisa y mejor figura testimoniaba lo increíble: había bajado 36 kilos en tiempo récord con el famoso médico. Presurosa compré la revista y la devoré junto con otras cosas ni bien entré a mi casa. En la nota, ella hablaba de una dieta muy restrictiva, pero evidentemente efectiva, de no tener hambre (si, claro!), de una Dra. Candelaria que había sido algo así como su ángel de la guarda y de haberse salido sólo una vez del plan. Pero bueno, Daisy vivía en Buenos Aires y además era famosa. Imposible. Totalmente inalcanzable. Entonces qué estaba pasando en ese día nefasto donde por primera vez en la historia había ido a trabajar con remera? Ravenna venía a mi? Había llegado el momento esperado?......