sábado, 22 de marzo de 2008

La paradoja del cuerpo inadecuado incansablemente mostrado. Parte 8


Mi abuelo Víctor Palacio es una de las personas más importantes de mi vida. Recuerdo que en los años de mi adolescencia, la idea de tener que verlo partir algún día solía ser recurrente, y el hecho de sólo pensarlo me angustiaba terriblemente. Finalmente el destino quiso que fuera su fallecimiento, el más temido por mí, el primero que tuve que afrontar en mi vida, a los 19 años.
El abuelo Víctor era fanático de Carlos Gardel, de hecho poseía una de las colecciones de discos del zorzal más grande de Latinoamérica. Con él mirábamos “Grandes Valores del Tango” y también “Si lo sabe cante”. En algún momento de mi infancia fantaseé con la idea de presentarme en ese programa a cantar un tango. “Melodía de Arrabal” fue el elegido y tomamos tan en serio el cometido que solíamos ensayar exhaustivamente. Luego el proyecto se diluyó pero no sucedió lo mismo con los deseos de mostrar mi arte en un escenario. A los 7 años mi abuela Elcira me llevó a un estudio de baile, su directora Elide Taglioretti dictaba clases de danzas clásicas y españolas. De la mano de ella pisé las tablas por primera vez. Hacíamos presentaciones en las inmediaciones de Bahía (Dorrego, Puerto Belgrano, Tornquist, etc.) y toda la familia, incluidos mi otra abuela (María), mi mamá y mi papá viajábamos con el tutú y los trajes de flamenco colgados en las ventanillas. En ese entonces supe que lo mío era actuar, ya sea bailando, cantando o interpretando personajes.
Si hay algo que debo agradecerles a mis abuelos Elcira y Víctor es la capacidad de escucharme, acompañarme y dejarme intentar, ya que también me llevaban con una férrea constancia a dibujo en la Asociación Artistas del Sur y a patín artístico en el Club Olimpo.
En los últimos años de la escuela primaria, año 1983/ 84, la serie de televisión FAMA me voló la cabeza, y a partir de ahí mis juegos no volvieron a ser los mismos. Me gustaba encerrarme sola en una habitación (“la piecita” le decíamos) situada en el patio de la casa de mis abuelos donde tenía todos mis juguetes, discos, libros y el “Winco” que me había regalado mi abuelo. Allí comencé a jugar a “las audiciones”, tal como veía que lo hacían en mi programa favorito. Poco tiempo más tarde “Flashdance” en el cine terminó de completar la tarea, tanto era mi fanatismo que para emular a la protagonista logré que mi papá me comprara la bici de carrera, incómoda a más no poder, pero indudablemente útil a la hora de hacerme sentir en la piel de Jennifer Beals. Quería ser famosa!, eso era un hecho. Quería vivir en los camarines, escuchando aplausos y saludando al público al término de cada función.
En el acto de despedida de séptimo grado convencí a algunos de mis compañeritos, y con el tema principal de Fama hicimos un show en el que yo (of course) era la protagonista. Recuerdo que en ese entonces ya había comenzado a sentirme incómoda con mi cuerpo inadecuado, aún así, y trabándome en lucha conmigo misma, decidí hacer caso omiso a mis inhibiciones y subir a ese escenario vestida con calzas y polainas rayadas.
En el año 88 nos fuimos con mis padres a vivir a Mar del Plata, fue allí donde a los pocos meses de estar instalados llegó mi oportunidad en televisión. Y ahí estaba yo, con mi cuerpo siempre estorbándome, pero conduciendo un programa infantil y exhibiéndolo a una audiencia incalculable. Luego vino el teatro y la consagración de mi veta actoral con un título que la avaló: la tecnicatura en teatro, carrera que estudié a mi regreso en el año 2000 en la Escuela Provincial de Teatro de Bahía Blanca. Qué extraña paradoja la que me llevaba a desear la exposición pública mientras que en mi interior sufría invariablemente cada vez que tras bambalinas esperaba mi turno para salir a escena. Ver las fotos y los videos de las funciones era lo peor que podía sucederme, buscar la ropa que cubra lo indisimulable se tornaba doloroso, desgastante y poco posible. Cómo podía pretender ocultar un cuerpo enorme en un escenario, nada más y nada menos?. Ahora que lo analizo, siento que mi esperanza (completamente absurda por cierto) se centraba en pensar que los espectadores podían abstraerse de mi anatomía y detenerse a observar la actuación. Sin lugar a dudas, esa fue la reflexión que pudo sostener mi permanencia en la carrera. Claro que en los períodos en los cuales la dieta de moda mostraba algunos magros resultados mi ánimo repuntaba y el personaje a abordar recibía los beneficios de un efímero brillo y una lucidez prestada....
La historia continúa así...
A fines de 2006 una compañera de elenco de “Venecia” me llamó para decirme que un director quería incluirme en un elenco que estaba armando. La obra era “La Casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca y en un principio me ofrecieron el personaje de Magdalena, una de las cinco hijas de Bernarda. Las incursiones en el escenario eran mínimas y la letra escasa, en síntesis poca responsabilidad, lo cual me venía como anillo al dedo ya que mi estado físico era deplorable y como siempre no me sentía en condiciones de estar demasiado expuesta. Con el correr de los ensayos las cosas se fueron complicando para algunas de las otras actrices, que por problemas personales debieron abandonar la propuesta. En un momento quedé con dos papeles (el que me habían dado originalmente y otro más comprometido) hasta que finalmente la providencia volvió a desafiarme y las circunstancias se acomodaron de modo tal que me dejaron frente a frente con uno de los roles protagónicos: iba a ser “la Poncia”, el ama de llaves de Bernarda, siempre presente en escena y poseedora de una cantidad de letra considerable.
En Marzo de 2007 la encargada de confeccionar los vestidos vino a tomarnos las medidas, recuerdo haberle dicho que tuviera en cuenta que las mismas eran provisorias, ya que para el estreno en Junio tenía pensado bajar unos cuantos kilos. Obviamente esto jamás sucedió y terminé subiendo al tablado del coliseo mayor de la ciudad de Bahía Blanca, el Teatro Municipal, con mi peso máximo. La sala estaba abarrotada, mis compañeras exultantes y yo amargada por tener que mostrarme así. Otra vez en el laberinto, enfrentada a la disyuntiva eterna: cómo salir a hacer lo mío, lo que siempre había anhelado y ahora se materializaba con un cuerpo que no me acompañaba en lo absoluto?. La mezcla de sentimientos era total: por un lado la alegría de estar viviendo un sueño y por otro la certeza de saber lo que el público estaba pensando(?) : por Dios! Pero cómo engordó esta chica!. Hasta me quise morir cuando me enteré que mi suegra y mi cuñada estaban en la platea: NO!... Y YO ASI DE GORRRRDA!.
La escisión de mi personalidad era demasiado penosa y difícil de sostener. Lo más triste de todo esto era que no había solución a la vista… Al menos por el momento….

2 comentarios:

Blonda dijo...

Yo te entiendo porque cuando engordo (llegué a pesar 22 kilos mas que ahora) me siento mal, se me van las ganas de todo y no me gusta hacerme ver... ademas los kilos los amontono de la cadera para arriba (nunca voy a tener cola! ni voy a dejar de tenr patas de tero! jajaj) asi que mi cintura se ensancha, de lolas llegue a 115 y lo mas notable, los cachetes se me inflan y los ojos se ven chiquitiiiiiiitos!!
Lo que veo positivo, es que vos, aún incómoda con tu cuerpo, no te encerrabas, seguias adenate con tus proyectos y no te escondías.
Ahora por suerte todo eso que te pasaba está en el pasado, asi que espero poder verte en el escenario algún día feliz y orgullosa de mostrarte tal como lo soñabas.
Besos!!!

Ahhh! Bere está en Bahía, asi que ni bien se organice algo paso a dejarte comentario o dejame un mail asi te aviso!!

Blonda dijo...

Holaaaaaa
te mande un mail el martes a la cuenta que encontre en tu otro blog, hoy nos juntamos a cenar en SANTINO a las 22 hs con Bere porque mañana se vuelve a Miami..
ojala leas este mensaje o el mail a tiemo...
Yo me fuia La Plata el martes a la noche, piquetes en la ruta de por medio, llegué a Bahía a las 8 y media derechito a trabajar (despues de 2 noches seguidas en Jetma, terrrible!) y salí hace un rato para chequear quienes van y no vi tu respuesta!
Me voy a bañar antes de quedarme dormida sobre el teclado! jaja
Ojala leas esto a tiempo! Cualquier cosa sali corriendo para alla! ajaajaja
Besos!