domingo, 23 de noviembre de 2008










Con mi papá en la conducción del XI Festival de la Asociación Bahiense de Patín.
15 de Noviembre de 2008 Club Estrella.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Un vestido rojo...OH MY GOD!!!!

Esta soy yo... aunque usted no lo crea. Conduciendo la Elección de la Reina Nacional del Básquet. Siglos sin lucir un vestido... gracias a Agus de "Sasha" (local 16 Galerías Plaza Bahía Blanca) que me vistió para el evento y me mandó la foto!!!

miércoles, 6 de agosto de 2008

Aparecida en acción!!!!!

Foto del Sábado 2 de Agosto con mi papá en Ingeniero White, conduciendo un Festival a beneficio de la Escuela número 40 del Barrio Saladero.

martes, 24 de junio de 2008

Más testimonios gráficos

Foto del día de hoy, con Juan Carlos Meschini (periodista deportivo, amigo y "compañero de banco" en LU2) y Manu Ginóbili en una visita al estudio. Ahora si que poso sin problemas! me dicen "foto!" y ahí estoy yo!!

martes, 17 de junio de 2008

Antes y Después...

AHORA, con mi papá Pipo Palacios y una sonrisa que denota los 4 kilos que me separan de mi peso.

ANTES, a una semana de comenzado el tratamiento (la fecha en la foto esta errada, debería decir 14/09/07). También me reía... pero de qué????

martes, 27 de mayo de 2008

ANALIA VAZQUEZ: ese firme y cálido vínculo que conecta a los pacientes del interior con el CTMR Buenos Aires

Cuando algún oyente me llama a la radio donde trabajo en la ciudad de Bahía Blanca para pedirme información sobre el Centro Terapéutico Máximo Ravenna suelo ofrecerme para acompañarlos en una especie de “tour de presentación”. Esto lo hago en virtud de saber a ciencia cierta lo que siente una persona excedida de peso toda vez que se acerca a un lugar donde pueden ayudarla a lograr su anhelada delgadez, con el enorme bagaje de sentimientos encontrados (ilusiones, temores, escepticismo) que esto conlleva.
Para los que comenzamos el tratamiento en Buenos Aires, llegar desde una ciudad mediana al “monstruo” de Capital presupone una doble tensión, ya que no solo estaremos acudiendo al posible sitio donde nuestros problemas por fin serán resueltos sino que nos encontraremos “solos y a dieta” en una urbe que por momentos parecerá devorarnos. Para mitigar la angustia, bajar los niveles de ansiedad y comenzar a transitar este camino único y esperanzador está Analia Vázquez. Ella es la dueña de las voluntades de aquellos que llegamos prácticamente desahuciados a Zapata 131. Puede decirse que es la primera “azafata”, la que nos espera cuando subimos a este avión imaginario y con firmeza y cordialidad nos da el instructivo del viaje que estamos a punto de realizar. Es la cara amiga para los que somos del interior y no queremos perder nuestra identidad en medio de tanta gente. Es la que nos llama todos los meses para saber como estamos. Es la que en los almuerzos y las cenas del VALE CLAVE se pasea por las mesas preguntando cómo nos sentimos brindándonos todo su apoyo. Es también la misma que el domingo a la noche, finalizado el encuentro, se queda en la puerta de la clínica esperando que llegue un taxi para que el último de los pacientes pueda retirarse sin inconvenientes.
En mi caso particular, el primer llamado de Analia fue recibido por mi mamá quien quedó absolutamente maravillada con el interés que había percibido en el diálogo. Estaba claro que no se trataba de un mero seguimiento tendiente a registrar el peso y conservar al paciente. Era mucho más. Las preguntas tenían que ver con mi estado de ánimo, con cuestiones puntuales relativas a la dieta, con sentimientos, sensaciones e infinidad de temas que las llevaron a hablar de mí durante 15 minutos. Si bien supe que la clínica del Dr. Ravenna era “mi lugar” desde un primer momento, tengo que reconocer que la omnipresencia de Analia es la que terminó de convencerme. Con ella me sentí acompañada, comprendida, contenida y “controlada” a 800 kilómetros de distancia.
Entonces, para los pacientes del interior, los pilares del tratamiento son CORTE, MEDIDA, DISTANCIA Y LA VOZ DE ANALIA VAZQUEZ en el teléfono una vez cada tanto!. Por su dedicación, por su calidad humana y por su mano firme siempre extendida un gracias enorme para esta infatigable trabajadora de la salud y también del afecto!
Te quiero mucho Analia!. Sos una ídola total!!!!!

jueves, 22 de mayo de 2008

La imagen corporal

Hace pocos días me encontré en la calle con una ex compañera de los grupos de ALCO, lugar al que asistí en forma intermitente durante los últimos 18 años, casi en el mismo momento en el que tomé conciencia de esta enfermedad y decidí ponerme en manos de “los que saben”. Demás está decir que este sistema no me devolvió los resultados esperados, ya que los grupos me resultaban tediosos (terminaba abandonándolos sistemáticamente) y los kilos bajados nunca pudieron ser sostenidos en el tiempo. Esta señora que me crucé la semana pasada, al verme con 34 kilos menos me dijo: “lo lograste!”. La frase me quedó dando vueltas en la cabeza, lo analicé y concluí en que es extraño lo que sucede en la psiquis de quien convivió durante tantos años con semejante sobrepeso. Se produce una especie de disociación que impide valorar en su totalidad la magnitud de los resultados obtenidos. Solo recuerdo mi fisonomía anterior cuando veo alguna foto, el tiempo restante, en su mayoría, lo paso sintiendo que eso nunca pasó. Por otro lado, cuando la gente me ve exclama: “sos otra!” y yo pienso: NO!, NO SOY OTRA, SOY YO! SOY MAS YO QUE NUNCA! Soy la persona que nunca debí haber dejado abandonada tras todas esas capas de grasa. Lo que si tengo presente es la gran cantidad de energía que gastaba en pretender disimular lo evidente, recorriendo negocios de ropa de señora y comprando lo que me “entraba”, no lo que me gustaba. También creía que cultivar una personalidad agradable a los ojos de los demás era una manera de evitar o disfrazar “la mirada real” de los demás hacia mi cuerpo. Como si una sonrisa a tiempo impidiera que el interlocutor de turno notara el tamaño de mi anatomía.
No cabe duda que el empuje y el optimismo que ostento hoy por hoy son el resultado de la transmutación de toda esa energía mal aprovechada.
Y como broche de oro, para ilustrar este relato con palabras del Dr. Máximo Ravenna, les dejo algunas citas del libro “Una delgada línea entre el exceso y la medida”.
“¿El obeso se reconoce realmente como una persona gorda, o sólo se da cuenta cuando se lo confronta con un número de la balanza o con una foto?. Es tan sobreadaptado, tan negador, que piensa que los gordos son los otros gordos y no él?. Frecuentemente un obeso no advierte la propia imagen corporal. La persona se aguanta gorda porque la mayor parte del tiempo no se ve así o no se ve tan gorda como está.
Me gustaría expresar un mensaje de optimismo: creo que es importante “honrar la vida”: sacarle lo mejor, transformar los pronósticos malos en buenos y plantearse desafíos que valgan la pena. Por lo tanto, invito a quienes hace tiempo que no se detienen frente a un espejo, a que lo hagan y observen qué sucedió. Si no se reconocen en esa imagen que los refleja, quizás sea hora de generar un cambio”.
Una vez que hayamos puesto en práctica las herramientas para lograr una salida del laberinto de la obesidad, ingresaremos a otro lugar. Así, más que en una salida, la culminación de este laberinto deviene una nueva entrada, el umbral de un cambio para rescatar el cuerpo olvidado dentro de nosotros.”
En esta foto con mi peso máximo estoy siendo entrevistada por Rubén Baltián. Debería invitarme de nuevo! Otra oportunidad!

lunes, 5 de mayo de 2008

Un día intenso. Ravenizante total!!. Dos grupos y la conferencia en el shopping. Próximamente más detalles....

Palpitando la llegada del Dr.Ravenna

Hoy Lunes 5 de Mayo el Dr. Máximo Ravenna estará visitando la ciudad de Bahía Blanca. Coordinará dos grupos en el Centro Terapéutico y brindará una conferencia libre y gratuita en el shopping local. Evidentemente, la presencia del facultativo me genera mucha ansiedad ya que anoche soñé con su llegada anticipándome al momento en el que finalmente se producirá el encuentro. Por qué siento este inusitado cosquilleo en el estómago, en ese lugar que otrora estaba lleno de comida? No sé, supongo que por la expectativa que me produce el hecho de volver a estar frente a frente con el responsable de mi MAXIMO CAMBIO, ese máximo cambio que se advierte en cada acto cotidiano, en cada pequeña acción que antes, con 30 kilos demás se tornaban un suplicio. Sin ir más lejos, hace un par de horas concurrí al centro comercial de nuestra city, algo impensado siete meses atrás cuando el solo hecho de vestirme decentemente era algo absolutamente irrealizable. Me encanta la ropa, me encanta estar a la moda, me encanta maquillarme y perfumarme, elegir los accesorios adecuados y mirar vidrieras sabiendo que cualquier prenda exhibida puede ser mía sorteando en forma certera el consabido impedimento del talle. Cómo no estar inquieta entonces si en menos de veinticuatro horas voy a coincidir en el mismo recinto con el genio de la lámpara!, con el que me otorgó el deseo esquivo y pedido con fuerza en forma sistemática con cada vela de los últimos 15 cumpleaños: tener el cuerpo anhelado!.
Hoy descubro con esperanza renovada a la mujer que se ocultaba en mi interior, mis relaciones afectivas han cambiado sin lugar a dudas y los proyectos laborales brotan incesantemente en mi cabeza. No soy otra, soy yo, la que nunca debí haber dejado de ser por haber permitido que los kilos de más empañen mi juicio y empasten todos mis vínculos!. Gracias Dr. Ravenna una vez más y BIENVENIDO!!!.

A quienes tengan la posibilidad de llegar hasta el Bahía Blanca Plaza Shopping los esperamos HOY LUNES 5 DE MAYO A LAS 20 HS EN EL PATIO DE COMIDAS donde el DR. RAVENNA DISERTARA CON ENTRADA LIBRE Y GRATUITA.

lunes, 28 de abril de 2008

Las puertas de una nueva vida

Me sorprende constantemente el hecho de reconocerme accediendo a recónditos vericuetos de mi memoria en circunstancias puntuales y repetidas: los medios de transporte por caso, se transforman en infalibles trampolines hacia el recuerdo y la reflexión. Un tedioso y en apariencia eterno viaje a Buenos Aires termina abriendo más puertas que las que yo hubiera imaginado. Puertas…Hablemos de puertas…Puertas que estarán plagando esta travesía de dos días… puertas en la Terminal de Retiro, puertas en el subte, puertas en el acceso del café que me alberga en este preciso momento y en el cual escribo a la vieja usanza (sobre la querida y siempre lista servilleta de bar), puertas que atravesaré en el transcurso de la mañana, como la del Registro Nacional del Derecho de Autor y la del Hotel que me hospedará en la Reina del Plata. Luego vendrán otras puertas… como las del Luna Park en esta noche del 16 de Abril…puertas que abrirán otras puertas: las de la percepción, las de William Blake y las de mi grupo favorito The Doors. Allí en ese escenario, Robbie Krieger, Ray Manzarek y el espíritu de Jim Morrison se encargarán de ponerle el cuerpo a los sonidos y durante un par de horas volverán a tocar esas canciones que saben acompañarme desde hace mucho tiempo y que suenan diferentes cada vez que las escucho.
Mañana, Jueves 17 a las 18, abriré las puertas de Ayelén para hacer coincidir rostros y unos cuantos nombres: Renata, Vero Ramos, Grace y otras compañeras del grupo de Internet 4 asteriscos, integrantes de mi nuevo mundo en construcción. Ellas dejarán atrás este “semi anonimato” y se materializarán para trasformarse en un recuerdo nítido y efectivo, que podrá emerger de mi mente cada vez que llegue a mi correo un mail de alguna de ellas.
Y el viernes… el viernes a las 21.30 se abrirán las puertas de "Córdoba Recepciones" un salón de fiestas sito en Azara 1020 de Bahía Blanca en el que habrá 40 invitados dispuestos a festejar mi cumpleaños. Mi fiesta! Fiesta con festejo absoluto, fiesta sin 30 kilos de más, fiesta con la gente que me extendió la mano y me guió hasta este camino que siempre busqué pero jamás encontré. Fiesta de disfraces, fiesta en la que jugaré a ser la reina de esa belleza que siempre me fue esquiva. Recuerdo que en la celebración de mis 8 años (cuando la fiebre del cuerpo inadecuado estaba en sus albores) hicimos una elección de la reina entre las niñas invitadas y no tuve mejor idea que quitarle el cetro, la banda y la corona a la legítima soberana, elegida por medio del “aplausómetro”, con la dudosa autoridad que me otorgaba ser “la del cumpleaños”. Veintiocho años más tarde me habré ganado los “atributos”, coronaré el esfuerzo de haber logrado llegar a los 30 kilos bajados con mis propios y novedosos recursos, con la luz del Dr. Ravenna, la mano amiga de Sergio Erlij, el apoyo virtual pero absoluto de Alejandra Raichuni y la voz de Analía Vázquez que sostiene a la distancia. No estuve sola, claro que no, pero en este 18 de Abril, a los 36 años, Miss Ravenna voy a ser yo. Al menos por una noche….
En la foto con mi abuela Elcira, la "Reina Madre" que hoy 28 de Abril está cumpliendo 85 años. Feliz Cumple Abuela!!!!!!!!!!

lunes, 21 de abril de 2008

LA FIESTA DE CUMPLEAÑOS!!!!!!!!!


Foto de mi cumple festejado el pasado Viernes. De izquierda a derecha vemos a Nora, nuestro profesor de AFA Raúl Rivas, yo (Miss Ravenna 2008), Flor y Vane.

jueves, 10 de abril de 2008

MAXIMO CAMBIO trasciende!!!!!!!

Quiero agradecerle a la Lic. Graciela Wajner de Porcelli Piussi por concederme el honor de escribir el texto para el folleto del tercer VALE CLAVE a realizarse en el Centro Terapeútico Máximo Ravenna de Bahía Blanca del 25 al 27 de Abril.
Los invito a compartir el texto que será supervisado y modificado oportunamente por la Licenciada antes de su publicación.
"MAXIMO CAMBIO es el nombre que elegí para identificar mi espacio en Internet. Un lugar creado con el propósito de transmitir lo vivido a partir de mi ingreso a la clínica del Dr. Máximo Ravenna. Como muchos de los que se acercan a realizar por primera vez el VALE CLAVE, mi idea inicial era llevarme “una dieta”, tal como lo había hecho anteriormente en innumerables ocasiones donde el plan alimentario en cuestión terminaba siendo un frío papel impreso que solía morir amarillo y ajado sostenido por alegres imanes en mi heladera. Hoy, después de casi 30 kg bajados, estoy en condiciones de afirmar que este método va mucho más allá de una sustancial modificación en el modo de vincularnos con la comida. El MAXIMO CAMBIO se vislumbra a poco de comenzado el tratamiento, y no solamente en las formas que el cuerpo va recuperando día a día sino en la manera de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno. El CORTE, la MEDIDA y la DISTANCIA aplicados en un principio a los alimentos, cobran vida y van instalándose sabiamente en los ámbitos que así lo requieren.
Profesionales y pacientes estamos aquí para acompañarlos en el camino que los llevará al destino anhelado: la delgadez. Esta no es una dieta más, es la última.
Y como dijo Cristina, otra paciente del CTMRBB, en el cierre del VALE CLAVE anterior: “venir a buscar sólo una dieta es como querer llevarse un botón para hacer un vestido de novia”.
Déjense llevar, vivan la experiencia y permitan que la “magia” obre en ustedes abriéndole las puertas a su MAXIMO CAMBIO!!!!!.

sábado, 29 de marzo de 2008


Esta es mi última foto, sacada ayer 28 de Marzo.
Mañana 30 de Marzo es mi cumple...
Festejo los 27....kilos bajados!! jaja.
Me faltan 14 kg para mantenimiento!!

sábado, 22 de marzo de 2008

La paradoja del cuerpo inadecuado incansablemente mostrado. Parte 8


Mi abuelo Víctor Palacio es una de las personas más importantes de mi vida. Recuerdo que en los años de mi adolescencia, la idea de tener que verlo partir algún día solía ser recurrente, y el hecho de sólo pensarlo me angustiaba terriblemente. Finalmente el destino quiso que fuera su fallecimiento, el más temido por mí, el primero que tuve que afrontar en mi vida, a los 19 años.
El abuelo Víctor era fanático de Carlos Gardel, de hecho poseía una de las colecciones de discos del zorzal más grande de Latinoamérica. Con él mirábamos “Grandes Valores del Tango” y también “Si lo sabe cante”. En algún momento de mi infancia fantaseé con la idea de presentarme en ese programa a cantar un tango. “Melodía de Arrabal” fue el elegido y tomamos tan en serio el cometido que solíamos ensayar exhaustivamente. Luego el proyecto se diluyó pero no sucedió lo mismo con los deseos de mostrar mi arte en un escenario. A los 7 años mi abuela Elcira me llevó a un estudio de baile, su directora Elide Taglioretti dictaba clases de danzas clásicas y españolas. De la mano de ella pisé las tablas por primera vez. Hacíamos presentaciones en las inmediaciones de Bahía (Dorrego, Puerto Belgrano, Tornquist, etc.) y toda la familia, incluidos mi otra abuela (María), mi mamá y mi papá viajábamos con el tutú y los trajes de flamenco colgados en las ventanillas. En ese entonces supe que lo mío era actuar, ya sea bailando, cantando o interpretando personajes.
Si hay algo que debo agradecerles a mis abuelos Elcira y Víctor es la capacidad de escucharme, acompañarme y dejarme intentar, ya que también me llevaban con una férrea constancia a dibujo en la Asociación Artistas del Sur y a patín artístico en el Club Olimpo.
En los últimos años de la escuela primaria, año 1983/ 84, la serie de televisión FAMA me voló la cabeza, y a partir de ahí mis juegos no volvieron a ser los mismos. Me gustaba encerrarme sola en una habitación (“la piecita” le decíamos) situada en el patio de la casa de mis abuelos donde tenía todos mis juguetes, discos, libros y el “Winco” que me había regalado mi abuelo. Allí comencé a jugar a “las audiciones”, tal como veía que lo hacían en mi programa favorito. Poco tiempo más tarde “Flashdance” en el cine terminó de completar la tarea, tanto era mi fanatismo que para emular a la protagonista logré que mi papá me comprara la bici de carrera, incómoda a más no poder, pero indudablemente útil a la hora de hacerme sentir en la piel de Jennifer Beals. Quería ser famosa!, eso era un hecho. Quería vivir en los camarines, escuchando aplausos y saludando al público al término de cada función.
En el acto de despedida de séptimo grado convencí a algunos de mis compañeritos, y con el tema principal de Fama hicimos un show en el que yo (of course) era la protagonista. Recuerdo que en ese entonces ya había comenzado a sentirme incómoda con mi cuerpo inadecuado, aún así, y trabándome en lucha conmigo misma, decidí hacer caso omiso a mis inhibiciones y subir a ese escenario vestida con calzas y polainas rayadas.
En el año 88 nos fuimos con mis padres a vivir a Mar del Plata, fue allí donde a los pocos meses de estar instalados llegó mi oportunidad en televisión. Y ahí estaba yo, con mi cuerpo siempre estorbándome, pero conduciendo un programa infantil y exhibiéndolo a una audiencia incalculable. Luego vino el teatro y la consagración de mi veta actoral con un título que la avaló: la tecnicatura en teatro, carrera que estudié a mi regreso en el año 2000 en la Escuela Provincial de Teatro de Bahía Blanca. Qué extraña paradoja la que me llevaba a desear la exposición pública mientras que en mi interior sufría invariablemente cada vez que tras bambalinas esperaba mi turno para salir a escena. Ver las fotos y los videos de las funciones era lo peor que podía sucederme, buscar la ropa que cubra lo indisimulable se tornaba doloroso, desgastante y poco posible. Cómo podía pretender ocultar un cuerpo enorme en un escenario, nada más y nada menos?. Ahora que lo analizo, siento que mi esperanza (completamente absurda por cierto) se centraba en pensar que los espectadores podían abstraerse de mi anatomía y detenerse a observar la actuación. Sin lugar a dudas, esa fue la reflexión que pudo sostener mi permanencia en la carrera. Claro que en los períodos en los cuales la dieta de moda mostraba algunos magros resultados mi ánimo repuntaba y el personaje a abordar recibía los beneficios de un efímero brillo y una lucidez prestada....
La historia continúa así...
A fines de 2006 una compañera de elenco de “Venecia” me llamó para decirme que un director quería incluirme en un elenco que estaba armando. La obra era “La Casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca y en un principio me ofrecieron el personaje de Magdalena, una de las cinco hijas de Bernarda. Las incursiones en el escenario eran mínimas y la letra escasa, en síntesis poca responsabilidad, lo cual me venía como anillo al dedo ya que mi estado físico era deplorable y como siempre no me sentía en condiciones de estar demasiado expuesta. Con el correr de los ensayos las cosas se fueron complicando para algunas de las otras actrices, que por problemas personales debieron abandonar la propuesta. En un momento quedé con dos papeles (el que me habían dado originalmente y otro más comprometido) hasta que finalmente la providencia volvió a desafiarme y las circunstancias se acomodaron de modo tal que me dejaron frente a frente con uno de los roles protagónicos: iba a ser “la Poncia”, el ama de llaves de Bernarda, siempre presente en escena y poseedora de una cantidad de letra considerable.
En Marzo de 2007 la encargada de confeccionar los vestidos vino a tomarnos las medidas, recuerdo haberle dicho que tuviera en cuenta que las mismas eran provisorias, ya que para el estreno en Junio tenía pensado bajar unos cuantos kilos. Obviamente esto jamás sucedió y terminé subiendo al tablado del coliseo mayor de la ciudad de Bahía Blanca, el Teatro Municipal, con mi peso máximo. La sala estaba abarrotada, mis compañeras exultantes y yo amargada por tener que mostrarme así. Otra vez en el laberinto, enfrentada a la disyuntiva eterna: cómo salir a hacer lo mío, lo que siempre había anhelado y ahora se materializaba con un cuerpo que no me acompañaba en lo absoluto?. La mezcla de sentimientos era total: por un lado la alegría de estar viviendo un sueño y por otro la certeza de saber lo que el público estaba pensando(?) : por Dios! Pero cómo engordó esta chica!. Hasta me quise morir cuando me enteré que mi suegra y mi cuñada estaban en la platea: NO!... Y YO ASI DE GORRRRDA!.
La escisión de mi personalidad era demasiado penosa y difícil de sostener. Lo más triste de todo esto era que no había solución a la vista… Al menos por el momento….

lunes, 17 de marzo de 2008

Foto movida pero ilustrativa!


Esta foto es para Renata del grupo de Internet "4 ASTERISCOS": ahora que entré al Club de las "viuti" (si, asi se escribe en el dialecto de nuestra tribu) me llaman para ser jurado en concursos de belleza!!!. En este caso fue la Reina de la Fiesta Nacional del Ajo realizada en Médanos, provincia de Buenos Aires, la que me tuvo en la mesa examinadora. De izquierda a derecha aparecen Andrea (concejala), Liliana (reina nacional año 71), el Chaqueño Palavecino y yo. 16/03/08

PD: el club de las "viuti" está conformado por chicas (como Vero, Renata y yo) que pesan menos de 80 pero más de 70!.


viernes, 14 de marzo de 2008


Foto del 20/11/07 en el estudio de LU2 Radio Bahía Blanca.
Con unos cuantos kilos más!
FELIZ CUMPLEAÑOS
DR. RAVENNA!!!!

Muchas veces, a la hora de hacer un regalo de cumpleaños, nos detenemos a recopilar en nuestra mente cuáles fueron los últimos presentes que el destinatario supo entregarnos a nosotros. De esta manera establecemos un parámetro que nos permite halagar al homenajeado en su justa medida. Ni más ni menos.
El punto es: si tuviera que salir a comprarle algo al Dr. Ravenna para entregarle en el día de hoy, cuál sería ese obsequio?, cómo podría equiparar TODO lo que el me dio a mi?. Cuánto vale devolverle a una persona las ganas de vivir y el placer de comprarse ropa pudiendo elegir lo que desea y no lo que le “entra” descartando de plano modelos o texturas? Qué precio tiene encontrar a alguien que nos guíe para que podamos volver al camino del cual nunca deberíamos habernos apartado? Cómo podemos tasar el hecho de descubrir dentro de nosotros un enorme potencial y reconocernos capaces de tomar el control de nuestras vidas?
Siento que durante muchísimo tiempo estuve dentro de un laberinto similar al que había en el Italpark en los años 80. Un laberinto de espejos que me aterraba y al que sólo ingresaba si mi abuelo Víctor me acompañaba. En algunas oportunidades, impulsada por un rapto de valentía y madurez, recuerdo haberme animado a entrar sola con resultados nefastos. Era tan grande la angustia y la desesperación por no encontrar la salida que el miedo me paralizaba y me quedaba quieta en el lugar, con el rostro bañado en lágrimas, esperando que el abuelo viniera a rescatarme.
Hoy es el Doctor Máximo Ravenna quien supo oficiar de “salvador”, su método me iluminó y logró llevarme a la salida de un laberinto cruel. Espejos que sólo me devolvían la imagen de la discriminación, de la autoestima nula, de las vendedoras de ropa que con miradas socarronas y total falta de tacto anunciaban la no existencia de talles que pudieran ajustarse a mi cuerpo maltratado. En otro pasillo atinaba a encontrarme con los médicos inescrupulosos y sus preparados mágicos compuestos de diuréticos, hormona tiroidea y ansiolíticos. Un poco más allá estaban los grupos de “lamento” y una forma de comer poco natural que me llevaba a estar pendiente del reloj para cumplir con ingestas obligadas. También supe creer que los famosos comprimidos que “capturaban” la grasa para después eliminarla en la evacuación podrían mostrarme la anhelada puerta de escape. Dietas, dietas y mas dietas que se limitaban a señalar lo que debía comer pero ninguna atendió el aspecto psicológico que sostuvo una conducta inapropiada y mantenida a lo largo de todos estos años.
Fue su “fuego” Dr. Ravenna el que logró iluminarme de una vez y para siempre. Por los 27 kilos que bajé y los 16 que me faltan, sepa que me siento llama de ese fuego que usted logró encender en miles de personas. La misma llama que hoy enarbolo orgullosa, cual si fuera una antorcha olímpica, y no sólo para poder pasársela a quienes se encuentran en esta dolorosa situación, sino para ser una de sus fieles guardianas, evitando así que jamás se extinga.
FELIZ CUMPLEAÑOS! De todo corazón!

jueves, 13 de marzo de 2008




El hostel "La Casa Fitz Roy" y el VALE CLAVE
Parte 7

En el hostel la casa Fitz Roy (sitio donde había decidido hospedarme luego de no conseguir alojamiento en otro lugar) todo era jolgorio, la mayoría de los visitantes allí alojados eran oriundos de países desarrollados que venían a “estudiar español” con las rupias que les sobraban y en los ratos libres, que por cierto eran muchos, salían de juerga, bebían como cosacos y estrechaban lazos entre ellos. Yo era la única argentina, de hecho había tenido el privilegio de ser admitida por estar sola y por haber concurrido a la reina del plata con el fin de realizarme un tratamiento médico. A nuestros conciudadanos se le estaba vedado el ingreso debido a algunos “escruches” que supieron ocurrir en las habitaciones (recordemos que en estos sitios todo se comparte, las puertas generalmente permanecen sin llave y los huéspedes dejan a la vista todas sus pertenencias, que demás está decir, superan ampliamente en tecnología y calidad a las que podemos llegar a tener nosotros). A mi me habían dado la habitación mas alejada de la recepción, en virtud del motivo de mi estadía y para resguardarme de los ruidos que solían intensificarse durante los fines de semana (el grupo VALE CLAVE justamente se realiza en estos días). Yo compartía la habitación con dos chicas canadienses y su amigo gay (si, son mixtas) Madeleine, Scott y Paulina. Los dos primeros divinos, la segunda, que dormía en la parte de arriba de mi cucheta estaba totalmente desquiciada pero era inofensiva. Parecía una chica con un muy buen poder adquisitivo que salía por primera vez al mundo, se encontraba lejos del control parental y ansiaba acopiar la mayor cantidad de aventuras posibles en diez días. Mi único temor era que en una de esas noches salvajes su estómago no resistiera la ingesta de alcohol y terminara vomitando en la cama (recordemos que yo estaba abajo, abrazada a “La Telaraña Adictiva”, uno de los libros del Dr. Ravenna que supo acompañarme en esas noches). En un principio la comunicación con mis compañeros de cuarto era nula, más allá de las sonrisas de rigor y algún que otro saludo matutino, solamente una noche en la que Paulina entraba y salía buscando su I POD yo le grite “HERE!” señalando el aparato camuflado en medio de una pila de ropa. Ah porque eso si, mucho primer mundo pero los tres eran absolutamente desordenados. Yo me sentía un bicho raro (bueno, no me sentía, ERA), si bien se hablar inglés y me he desenvuelto satisfactoriamente en Londres y EE.UU. creo que los kilos que me acompañaban en esta ocasión hicieron que mi esencia, optimista y amigable, se ocultara invariablemente.
En el último día del VALE CLAVE yo pude sentir sin ninguna duda la semilla del cambio, mi humor y mi comportamiento se habían modificado definitivamente y si bien mi cuerpo seguía igual, estaba claro que no sucedía lo mismo con mi cabeza. El pensamiento de “flaca” se había apoderado de mí en forma inexorable. Ese Domingo, cuando regresé al hostel, después del cierre del grupo, hablé por primera vez con mis amables compañeros “I have a medical problem” les expliqué para que entendieran mis misteriosas idas y venidas a horarios que se contraponían absolutamente a los de ellos, compartí algunos momentos y hasta me saqué la foto que ilustra este blog con Madeleine, la canadiense. También recuerdo que esa mañana tuve mis primeros atisbos de “algo está cambiando”, en primer lugar me senté a desayunar y logré decirle NO sin problemas a las harinas que se exponían en la mesa junto a las jarras de jugos, café y leche. Luego, cuando me dirigía caminando a la clínica por la avenida Cabildo noté que algo extraño se había instalado en mi cara, una expresión olvidada y utilizada (a medias) sólo en ocasiones especiales, generalmente en aquellas en las cuales el protocolo lo exigía… este gesto, recuperado y saludable era una sonrisa. Genuina y desde adentro, pura y esperanzadora. De hecho, la muy impertinente había aflorado en forma incontrolable… y ahí estaba yo, desplazándome sola a las 8 de la mañana y mostrando mis dientes en todo su esplendor. Entre el hostel y la clínica había una panadería que solía torturarme con los aromas que despedía en cada una de mis pasadas, pero esa vez fue diferente: al mismo tiempo que pisé la vereda del local vislumbré a una señora que traía en sus brazos a un gatito con collar. Me pareció tan tierna la escena que decidí dedicarle esta sonrisa tan plena (y en apariencia injustificada) a la que le agregué un sonidito acorde: jejeje. La mujer me miró inquisidora, supongo que le parecí tonta, tal vez loca o sólo sintió que el hecho de sacar a pasear a su mascota no merecía semejante despliegue de molares, caninos e incisivos. Yo lo atesoré como “el” momento del click: milagro!, logré focalizar en el animalito, desplazar la atención de la panificadora terrorista y PUDE REIRME! Con ruido y todo!. Eso era FELICIDAD! Estaba contenta!!. Llegué a la clínica exultante, la alegría inundaba todo mi ser y el sentimiento de estar en el lugar que había buscado desde hacía tanto tiempo era tan poderoso e inobjetable que hoy por hoy me emociona el sólo pensarlo. Es que cuando el dolor de cargar durante años con el cuerpo inadecuado te llevó a golpear tantas puertas, a someter al organismo a restricciones brutales, a ingerir medicamentos de componentes dudosos y sobre todo a entregarte en cuerpo y alma a profesionales inescrupulosos en consultorios lúgubres, llegar a la clínica del Dr. Ravenna es comprar el boleto al paraíso. Es comenzar a transitar un camino seguro y construir sobre bases firmes el esquivo proyecto de la delgadez, ese que muchos nunca pudimos sostener porque nadie nos mostró el camino ni nos proveyó las herramientas.
El viaje se había puesto en marcha, y no sólo se trataba del regreso a Bahía Blanca…yo sabía positivamente que mi esencia, esa Virginia que se había perdido en algún recodo del camino, también estaba esperando.
Era sólo cuestión de tiempo….

martes, 4 de marzo de 2008

Ingresando a la Clínica. Parte 6

En pocos días se realizará por primera vez en la ciudad de Bahía Blanca el primer grupo VALE CLAVE (7, 8 y 9 de marzo), esta es una excelente noticia, tanto para mí como para quienes a partir de este encuentro intensivo se transformarán en pacientes del Centro Terapéutico. Personalmente, me recuerda invariablemente a mi primer acercamiento a la clínica, ya que fue bajo este marco como logré adherirme al método. Considero que es la mejor forma de hacer el CORTE, debido a que en pocos días se adquieren las herramientas necesarias para tomar DISTANCIA y familiarizarse con la MEDIDA. El grupo contiene, la actividad física divierte, los profesionales se ponen a disposición del paciente y uno llega al domingo a la noche, donde se cierra el encuentro, con la feliz sensación de haber realizado algo mucho más que productivo, por un lado priorizándose (para muchos después de mucho tiempo de no haberlo hecho) y por otro sabiendo que este es el lugar.
Retomemos mi relato abandonado por unos días. Cuando llegué a Zapata 121, previa experiencia funesta con la tienda coreana que carecía de prendas lo suficientemente amplias y frescas para paliar el calor porteño, caminé de esquina a esquina (pasando por la puerta de la clínica) dos o tres veces. No me animaba a entrar. A todo esto la temperatura seguía en ascenso, eran horas del mediodía y yo resistía estoica sin siquiera tener el vago pensamiento de despojarme de mi saco de lana con capucha. Una vez juntado el coraje necesario ingresé y me presenté en recepción. Luego de almorzar en el buffet y acercarme por vez primera no solo a lo que sería la medida de ahí en más, sino también a otros pacientes que se encontraban allí (me causó una muy grata impresión ver que las mesas se compartían) me dirigí al primer piso donde me esperaban varias consultas. Lo demás fue llenar varias planillas tendientes a verificar mi estado clínico y psicológico (según mi propia percepción obvio!) y esperar a ser atendida por los profesionales asignados. Mientras hojeaba algunas revistas en la sala de espera jugaba a adivinar cuales serian los médicos que me iban a tocar en suerte. Lo que nunca me imaginé, ni remotamente, fue que el primer galeno que iba a controlarme esa primera vez era un HOMBRE!. A hombre vamos a agregarle JOVEN. Y a joven BIEN PARECIDO como diría el doblaje de alguna película norteamericana. Cuando me llamó por mi apellido me quise morir o en su defecto esfumarme de la sala como por arte de magia, pero inmediatamente me tranquilicé: después de todo no se trataba de un examen ginecológico ni mucho menos. Bárbaro, luego de pensarlo un minuto sentí que estaba todo bajo control: yo iba con mi batería de análisis clínicos bajo el brazo, por lo tanto él seguramente se limitaría a tomar nota de los mismos, me preguntaría la dosis de hormona tiroidea que ingiero a diario y me daría los lineamientos generales de la cuestión clínica. Así sucedió en esa inolvidable tarde del 7 de Septiembre de 2007: charla, disipación de dudas, consejos varios… Tooodo muy lindo hasta que el Dr. Casanova (claro, cual otro podría ser su apellido!) me pidió que me sacara la ropa. WHAAAAAAAAAAAAAAT????? Quedarme en ropa interior??? NO WAY!!!! Delante de un HOMBRE?. Hacía demasiado tiempo que no lo hacia frente a mi pareja (ahora que lo pienso creo que NADIE, solo el espejo y yo a duras penas, hemos visto esa imagen). Si, si, ya se que este hombre es médico y que está acostumbrado a ver infinidad de cuerpos, pero a mi me resulto dificilísimo. El examen es exhaustivo, por lo cual tuve que pasar por la toma de medidas de TODA mi anatomía. Lo peor llegó cuando la revisación se detuvo en la zona prohibida: la panza! Fue peor que una tortura china!. Sáquenme a este tipo que no cesa de presionar y “amasar” como mi gato Rafael esa superficie a la que ningún mortal pudo acceder en décadas! Y menos aún de profanarla así, con tanto ímpetu!
De todas maneras, aunque para mi la experiencia se convirtió por unos minutos en una pesadilla, esto habla de la responsabilidad y el profesionalismo de quienes están al frente de estos controles, ya que el Dr. Casanova no me habló de la dieta hasta que no se cercioró de mi estado de salud.
Una vez completada la consulta médica correspondiente al área clínica, fue la Lic. Alejandra Raichuni (ídola total) quien me recibió en su consultorio para explicarme las pautas alimenticias mediante las cuales se rige la dieta, sacarme una foto (my god! Recuerdo haberme impresionado cuando la vi de reojo en la pantalla de la cámara digital) y realizarme el famoso estudio antropométrico. Informe necesario y completísimo que logra desasnarnos y darnos un detalle minucioso de nuestros metabolismos, absolutamente desconocido para la mayoría de nosotros. Vale destacar que la misma Lic. Raichuni fue quien realizó la gestión pertinente para que el Dr.Ravenna me recibiera en el momento a fin de darme su opinión acerca de mis extraños análisis de tiroides. En el lapso de dos meses, sendos estudios tendientes a medir la hormona TSH arrojaban resultados dispares e inexplicables. Entrar al consultorio del Dr. Ravenna fue algo así como tocar el cielo con las manos, totalmente distinto a cruzármelo en el pasillo de la radio, en mi ámbito, donde obviamente yo jugaba de local. Traspasar esa puerta fue hacer un sueño realidad, ni más ni menos. Recuerdan cuando les conté que en el 2005 había visto a Daisy May Queen en la tapa de la revista Unica mostrando su nuevo físico después de haber bajado 36 kilos con el Dr. Ravenna? Bueno, MI momento había llegado. Los planetas se habían alineado para que mi ilusión deje de serlo y se transforme en realidad… Máximo Ravenna y yo, escritorio por medio, desmenuzando mis análisis y explicándome claramente cuáles eran los pasos a seguir. Salí del habitáculo completamente extasiada, con una orden firmada por él para realizarme nuevos estudios en mi poder. Era más de lo que podía imaginar…Y eso que esto recién empezaba…

jueves, 28 de febrero de 2008

ATENCION!

PARA FACILITAR LA LECTURA DEL BLOG LES SUGIERO RECURRIR AL ARCHIVO QUE SE ENCUENTRA A LA DERECHA DEL MISMO. DE ESTA MANERA PODRAN SEGUIR LAS HISTORIAS EN ORDEN CRONOLOGICO, YA QUE POR LA DISPOSICION QUE UTILIZA BLOGSPOT LO SUBIDO EN PRIMERA INSTANCIA QUEDA RELEGADO A ULTIMO LUGAR. VAYAN A "ENERO" Y ALLI VAN A ENCONTRAR LO PUBLICADO ANTERIORMENTE DIVIDIDO EN CAPITULOS (PARTE 1, PARTE 2, ETC.). MUCHAS GRACIAS!!!

VIRGINIA
UN IMPASSE...
La secuencia del espejo roto.
Esperar la maldición o refundar pedacitos de una nueva identidad.

Parece que la historia de mi ingreso a la clínica tendrá que permanecer un rato más en la sala de espera. Son tiempos de cambios frenéticos, y en medio de esta vorágine me doy cuenta de que el pasado, hoy por hoy, no tiene cabida. He ahí la explicación de la demora y la no publicación del tema prometido.
Lo cierto es que comencé a escribir este blog con la idea de compartir mi experiencia en la clínica del Dr. Máximo Ravenna, pero la realidad superó mis deseos y me veo en la obligación de reformular la propuesta. Por supuesto que sigue incólume la pretensión de comunicar mis vivencias en relación al método del Dr. Ravenna, lo que cambió de rumbo es el tiempo. Siento la imperiosa necesidad de situarme en el hoy, porque es evidente que cada día conlleva un aprendizaje y es tan tajante la lucidez que ostento que no puedo más que hacerme cargo y resignificar este presente que estoy viviendo. Hace pocos días empecé a tener problemas con mi vestuario. Sucede que mi cuerpo, en permanente metamorfosis, no logra amoldarse a las prendas y talles usuales. Lo que ajusta en la cintura baila en las caderas y a la inversa. Estoy 5 Kg. debajo de lo que yo pretendía, o al menos lo que yo suponía un peso cómodo para recuperar un mínimo de autoestima. Es fascinante y a la vez desestabilizador ver la imagen de un cuerpo que va reacomodándose como puede. Es el tan anhelado flaco que lucha por imponerse. No puedo imaginar el resultado final y verdaderamente siento que una especie de ALIEN bueno esta pugnando por ver la luz. Hace dos semanas, en medio de este proceso de conflicto con la imagen y muchos problemas personales sufrí un pequeño y absurdo accidente en moto. Único daño material: un espejo… Espejo que me acompaña desde hace más de 25 años, regalo de una compañerita para un cumpleaños. Ver los pedazos aún pegados en el plástico circular me llevó a pensar en primera instancia en la famosa maldición y ahogarme en forma inevitable en un vaso de agua y desesperación: NOOOOOO 7 AÑOS DE MALA SUERTE!!!!!, hasta el 2015 estaré signada por la desgracia y cada hecho nefasto que suceda automáticamente le será adjudicado al infortunado espejito!. Un minuto más tarde cancelé la profecía y decidí buscarle a la ruptura del adminículo un significado más constructivo: no es posible ser partícipe involuntario en un hecho que nada tuvo que ver con una decisión tomada (solo la ignorancia de no saber que intentar detenerse apretando sólo el freno de adelante en un charquito de agua deriva invariablemente en una extraña patinada) y esperar sentada a que me caigan encima los 7 años de desgracia!. A ver: asociemos libremente… espejo… imagen… fragmentos… Será el momento de refundar pedacitos de una nueva identidad? Esta frase, en un principio vestida de teoría, supe recibirla horas antes del mini accidente por parte de los integrantes del Grupo de Internet “4 asteriscos”.
Lo mágico (como todo lo que sucede cuando uno se deja llevar por el método del Dr. Ravenna) es que las palabras tomaron forma y se convirtieron en una maravillosa lección práctica.

miércoles, 6 de febrero de 2008




Experiencia adolescente. Parte 5


Antes de ingresar a la clínica vamos a tomarnos un pequeño recreo. Quiero llevarlos a Brasil en la máquina del tiempo: es el mes de Enero del año 1989. Playa de Copacabana. Ahí estaba yo, reconociendo el terreno y dispuesta (por fin) a sacarme la remera, cosa que jamás me había animado a hacer en Mar del Plata, ciudad en la que residía desde hacía un año. Bueno, en realidad en las arenas de “la feliz” lo hacía, pero cumpliendo un incómodo ritual. A saber: llegaba y disponía mis petates con mucha lentitud al tiempo que “relojeaba” la clase de vecinos que me habían tocado en suerte. Por supuesto, las señoras mayores eran mis favoritas, nada de “muchachos jóvenes” y menos aún de desvergonzadas y curvilíneas féminas en bikini. Una vez instalada, me sacaba la parte de abajo. Este paso no resultaba muy traumático, ya que mis piernas no eran el problema. Después me sentaba, y una vez constatada la ausencia de indiscretas miradas, en un movimiento comparable a la velocidad de un rayo, me despojaba de la remera y me acostaba (en esa época no se usaban los pareos, hoy por hoy los mejores “tapaloquenoqueremosquesevea”). De esta manera, mi panza no lograba vislumbrarse en su real dimensión. De boca arriba volteaba a boca abajo y así toda la tarde, como una especie de pionono humano giraba sobre mí misma una y otra vez. Aunque el sol estuviera rajando la tierra y derritiendo mi negra malla enteriza JAMAS de los JAMASES entraba al mar. A lo sumo una caminata por la orilla para refrescarme los tobillos, siempre con la remera puesta, claro. Ustedes pensarán “pobre chica! Para qué corno iba a la playa?”. La respuesta es sencilla: cuando una recién llega a una ciudad y tiene 16 años, adhiere más que nunca al famoso dicho “donde fueres haz lo que vieres”. Mis nuevas compañeritas eran animales de playa y se me tornaba imposible rechazar las invitaciones en las cuales estaba implícita mi admisión al grupo (para colmo de males eran las más “populares” del colegio. Si miran la foto que adjunto a este relato van a ver una adolescente medianamente normal, más bien de “huesos grandes” como decía mi abuela Elcira. Lo cierto es que nunca estuve cómoda en este envase. Una vez leí en la revista “Uno Mismo” un artículo titulado “La fiebre del cuerpo inadecuado”, la frase se me grabó a fuego, era exactamente lo que yo había sentido siempre: que mi cuerpo no encajaba. Ya sea por ser la más alta de la fila, la más “grandota” o lo que fuere. Mi anhelo era pasar desapercibida, ser menuda e invisible… Pero volvamos a Copacabana… playa nueva, gente nueva!!!. Ahhhhh qué placer! Ausencia absoluta de fisgones!. Nadie me conocía! Yupiiiiiiiiii!. Envalentonada me saqué la remera de pie!. Y así, a pura malla pelada me acerque a la orilla. Eso si que era vida!... el sol dorando mis hombros al tiempo que caminaba…guau! Un dos por uno nunca visto!. Mientras chequeaba la intensidad del oleaje (no sabía ni sé “sortear” olas, ni por arriba ni por abajo, las veces que lo intenté terminé arrastrada al borde y emergiendo con la malla enrollada hasta el ombligo en un topless involuntario) escuché mi nombre: heyyyy Virginia!!!.... Perdón???. No era ni la voz de mi mamá ni la de mi papá! Los únicos mortales en tierra carioca que lo conocían!. Bastó con darme vuelta para ver a un grupo de chicos de un colegio de varones que me conocían de MDP. Hola! Les dije, al tiempo que apresuré la marcha hacia el mar sin medir las consecuencias: podía fenecer arrollada por una ola gigante de Río de Janeiro, pero que me vieran la panza… nunca!
Casi veinte años pasaron de esta anécdota, y la sigo recordando como si fuera hoy. Demasiado tiempo sintiendo esa abismal desconexión entre lo que yo era y lo que quería ser. Toda una vida esperando que el espejo me devolviera una imagen que al menos se acercara a lo que mi mente deseaba. Cuántas veces fantasee con acostarme a dormir y despertarme con el cuerpo soñado. En estas dos décadas lo único que hice fue alejarme todavía más de mi ilusión. Me encargué sistemáticamente de dejarla cada vez más atrás. Vaya uno a saber por qué extraña y maquiavélica jugarreta de mi mente trabajé incansablemente para hacer que mi cuerpo fuese cada vez más y más inadecuado. Una dolorosa paradoja. Una madeja desmadejada, una esquiva punta del ovillo y cientos de intentos fallidos en el camino.
Hoy, por primera vez en mi vida siento que estoy donde tengo que estar. Hay muchas manos ayudándome a “ovillar” (así como lo hacia en mi infancia, cuando mi abuela María me pedía que colaborara con ella). Sé positivamente que lo voy a lograr. Gracias Sergio Erlij, gracias Analía Vázquez, gracias Alejandra Raichuni, gracias Alvaro Casanova, gracias Florencia Medaglia, gracias Graciela Wajner, gracias Silvana Compagnucci, gracias Fernando Temporelli, gracias a todos mis compañeros del grupo CLAVE del CTMR de Bahía Blanca y los del VALE CLAVE del 7 de Septiembre de 2007 en Buenos Aires, gracias Eduardo Montú, gracias Analía Esperón de San Nicolás y sobre todo a usted, Dr. Máximo Ravenna, por ser un iluminado en el fiel sentido de la palabra.

viernes, 1 de febrero de 2008

Preparando el viaje.
Parte 4

La mañana del 31 de Agosto fue radicalmente diferente, un sentimiento nuevo y movilizador me alborotaba el pecho. Recuerdo que mi jornada laboral se tiñó de esperanza y fue dedicada, prácticamente en su totalidad, a efectuar las llamadas de rigor para confirmar mi lugar en el famoso VALE CLAVE del 7 de Septiembre.
Con una rapidez inusitada reservé pasajes y organicé las cuestiones laborales. Faltaba definir un asuntito no menos importante: el alojamiento. Las chicas de la Clínica me habían pasado un listado de lugares situados en las inmediaciones, sólo que al estar prácticamente sobre la fecha algunos carecían de plazas disponibles y otros, excedían mi presupuesto. Lo extraño fue que nunca me inquieté, en el fondo sabía que ese tema se iba a resolver de una u otra manera. En la semana del viaje fui a visitar a mi amiga Silvina (oriunda de Capital Federal y por ende, gran conocedora). Obviamente surgió el comentario del hospedaje, y fue ella, ordenada y resolutiva como siempre, quien me sugirió la posibilidad de un hostel (alternativa muy utilizada básicamente por estudiantes extranjeros debido a su bajo costo y espíritu de camaradería). El consejo fue acompañado con una suerte de guía turística de la ciudad de Buenos Aires que Silvina guardaba “por si las moscas”. Allí, no solo aparecían algunas opciones, sino que había mapas que mostraban las ubicaciones en forma sencilla y muy grafica. La idea del hostel me gustó inmediatamente, ya que poco tiempo atrás había vivido esa experiencia en Paris y fue muy enriquecedora. Está claro que quien se decide por esta opción no debe tener problemas en compartir habitación y baño con desconocidos, en mi caso obviamente no los tenía ni los tengo, menos aun sabiendo que quienes eligen este modo de viajar tienen reglas de convivencia claras y una filosofía particular.
Después de estudiar la guía “Buenos Aires Night and Day” me decidí por “La Casa Fitz Roy” uns casona de estilo colonial de fines del siglo XIX, residencia de un personaje histórico, recientemente remodelada situada en Palermo Hollywood (Palermo Viejo) y ubicada a tan solo 7 cuadras (otra vez el numero mágico!) de la Clínica.
El viernes 7 a las 7 de la mañana arribé a la Terminal de Ómnibus de Retiro, me tomé un café y luego el subte para el hostel. A las 12.30 tenía que encontrarme con Sergio Erlij en el buffet de la clínica, por lo que me di una ducha y salí caminando por Avda. Santa Fe. El calor y la humedad eran insoportables, aun así yo lucia una remera larga de algodón y mi sacón de lana con capucha (negro, obvio!). En el camino encontré una casa de ropa (de dueños coreanos claro está, los únicos que se dignan a vender talles grandes) que mostraba en vidriera algunas prendas XL, la intención era ver si podía conseguir alguna indumentaria menos calurosa, ya que no tenía prevista semejante temperatura. La “odisea probador” volvió a repetirse sistemáticamente como en tantas otras oportunidades, me recuerdo acalorada y contrariada tratando de enfundarme en cualquier ropaje, sin distinción de telas o modelos, ya que lo único que me interesaba era la amplitud y el largo. Nada me convenció. Enojada (conmigo misma, el mundo y el coreano) retomé la marcha. A pocas cuadras de allí, y sin saberlo aún, en Zapata 121 me estaba esperando LA ULTIMA DIETA…

miércoles, 30 de enero de 2008

El gran día. Parte 3

La invitación quedó pendiente. Recuerdo que en ningún momento sentí demasiada ansiedad o entusiasmo por asistir a la charla y permitirme al menos conocer la propuesta del promocionado doctor. Creo que las continuas decepciones habían hecho mella en mi ánimo y socavado cualquier resto de esperanza. Para ese entonces, yo estaba en tratamiento con la endocrinóloga numero siete desde que vine a vivir a Bahía desde Mar del Plata en el año 99. Lo nuevo en el caso de esta doctora había sido la incorporación de dos medicamentos que por sus elevadísimos costos prometían el milagro. Uno “chupaba” el excedente de grasa que se ingería con la comida y lo eliminaba en las heces. El otro, mas caro, novedoso y supuestamente revolucionario tenía como finalidad bloquear la sensación de hambre en el cerebro, cosa que jamás ocurrió.
La cita en el Don Bosco era a las 20, media hora antes decidí ir. El frío era impresionante y el cielo estaba cubierto de nubarrones amenazantes. Aún así subí a mi moto y llegué al teatro. Había una larga cola (de hecho tuvieron que repetir la conferencia dos horas más tarde para la gente que quedó afuera). Al llegar, un muchacho de seguridad me preguntó el nombre y para mi sorpresa, Sergio “70 kilos bajados” salió a recibirme. No solamente se acordaba de mí, sino que me ubicó en la segunda fila al tiempo que me informaba que “Máximo había dispuesto que fuera al famoso VALE CLAVE de la semana siguiente en Buenos Aires”. "¿Máximo?" pensé. El mismísimo Máximo “inalcanzable” Ravenna quería que YO fuera a su clínica? ¿El Máximo de Daisy May Queen? Naaaaaaa. Es demasiado!.
Azorada me ubiqué en la butaca y pude ver en el escenario un impecable despliegue de tres profesionales que sabían muy bien lo que hacían. La Lic. Alejandra Raichuni, Coordinadora del Area de Nutrición explicó los fundamentos del método y deslizó la primera frase que me resonó “trabajamos para ser delgados, no menos gordos”, esto último era exactamente lo que yo había logrado en los últimos 15 años, bajar algunos kilos, conformarme con eso durante un breve período de tiempo y luego recuperarlos invariablemente. Habló de achicar las porciones (MEDIDA), disminuir las ingestas a 3 o 4 por día (DISTANCIA) y despegarnos de la comida evitando así pensamientos obsesivos y vínculos poco sanos (CORTE). Los logros inmediatos y los cambios visibles se convertían inmediatamente en el motor del tratamiento. Luego fue el tuno del Prof. Daniel Meaglia, Director del Departamento de Educación Física y Spa. Con un porte impecable, camisa blanca y corbata roja, el señor en cuestión que hizo suspirar a las damas (doy fe, lo escuché!) nos introdujo a la idea de AFA (actividad física adaptada) echando por tierra cualquier preconcepto acerca de que la persona con mucho sobrepeso “no puede” realizar actividad física e instalando esta nueva definición que promueve un programa de ejercicios que en primer lugar tiende a lograr paso a paso un cambio de conducta, logrando así, pasar de ser sedentarios a activos. Por último, el Dr. Ravenna, impecable (arrancando otra tanda de suspiros por parte de la platea femenina) instaló en la audiencia unos cuantos planteos, para nada descabellados. Me vi asintiendo con la cabeza cada tema que el doctor esbozaba. Fue muy impactante caer en la cuenta de que “ahí afuera” había un mundo que propiciaba el exceso, un mundo esquizofrénico que te invitaba a comer al tiempo que te discriminaba por gordo. Debo confesar que el método “me cerró” rápidamente ya que el planteo era sumamente coherente. Después de la disertación me acerqué a saludar, creo que en el fondo quería buscar un desaire, una mala actitud, algo que de alguna manera me hiciera desistir de emprender este nuevo camino. Nada de esto ocurrió, todo lo contrario, Sergio me presentó más gente y a todos les informó acerca de mi condición de invitada de “Máximo” y futura paciente de la clínica. Yo no lo podía creer. Salí del recinto totalmente maravillada y seducida por la calidad de la información que había recibido por parte de estos profesionales. Algo había cambiado en mi interior en forma inequívoca, sabía que ese revoloteo que sentía en el pecho signaba el nacimiento de una ilusión, mi intuición me decía que esta vez era diferente. Caminé dos cuadras bajo la llovizna incipiente, tomé el celular y llamé a mi novio para comunicarle la novedad: “la semana que viene me voy a Buenos Aires”…..

lunes, 28 de enero de 2008

El gran día. Parte 2

Lejos de alegrarme ante la presencia del Dr. Ravenna decidí esconderme hasta que terminaran de hacerle la nota. En cierto modo sentía que enfrentarme a él iba a ser el principio del fin, que presentarme ante su mirada “anti gordo” terminaría por desnudarme. Algo así como cuando uno se encuentra en la calle con el dentista, al cual hace 2 años que dejó de ver y evita sonreírle para que no note el desastre ocurrido en su ausencia. O el peluquero, que aparece en el momento menos indicado, después de que una ráfaga de 120 Km. por hora alborotó tu cabellera dos cuadras antes. Ravenna era lo mismo. Iba a hacerme notar mi gordura y seguramente trataría de integrarme a sus huestes en forma compulsiva. Conclusión: evitemos el encuentro. Sólo restaba buscar un lugar seguro para esperar que el señor se retire...
Listo! La oficina del servicio informativo podría albergarme. Desde allí no solo escucharía la entrevista cómodamente instalada sino que retornaría a mi puesto de trabajo una vez calculada la salida de la inoportuna visita. Lejos de prestarle atención a sus conceptos, mientras "hacía tiempo" me dediqué a “sacarle el cuero” con un compañero, que como yo, ostentaba unos cuantos kilos de más. Ahí estábamos los dos: “Que este tipo te mata de hambre” “que sabés como subís cuando dejás la dieta” “que yo me compré el libro y no me enganché para nada” etc. Recuerdo que hasta me animé a tirar un chiste cuando le pedí refugio: “me puedo quedar con vos? está Ravenna con su comitiva haciendo un relevamiento de gordos. Vamos a quedarnos acá hasta que se vaya, sino nosotros dos somos números puestos!” jajaja. Jajaja?.
Una vez terminada la nota esperé un tiempo prudencial para dejar que se despida y salí… justo para chocármelo!. Me lo presentaron, y en menos de lo que canta un gallo, adelantándome a la temida reprimenda y a modo de escudo, saqué a relucir mi ancestral problema de tiroides… ese terrible flagelo que me estaba impidiendo bajar de peso desde el año 94. Con una sonrisa entre socarrona y seductora el doctor tiró abajo la defensa señalando mi mandíbula: “el problema no esta en la tiroides, esta acá”. Indignada quedé enmudecida y pensé: “pero que tupé! qué me quiere decir? que como demasiado? por favor!!!!”. Acto seguido un tal Sergio que me cuenta bajó 70 kilos y dejó de tomar 14 pastillas diarias me invita a la charla a desarrollarse ese mismo día en el Teatro Don Bosco. No conformes con eso, ambos me sugieren que asista a un grupo la semana siguiente. Ah bárbaro! Dónde es? En Buenos Aires. Les respondí: “bueno, vemos” al tiempo que pensaba: “ni loca!”.

domingo, 27 de enero de 2008

El gran día. Parte 1
Conociendo al Dr. Ravenna.

7/9/2007: día del inicio de mi tratamiento en el CTMR Bs.As
7 + 9 +2 + 7: 25
2 + 5: 7.
Es el siete un número mágico? Tanto se habla de las 7 maravillas del mundo, los 7 colores del arco iris, las 7 notas musicales y la infinidad de sietes que los “sietologos” han enumerado y descripto para sostener su devoción hacia el venerado número, que ante tanta prueba, uno termina por adherir mínimamente. O por lo menos, se atreve a considerarlo. En mi caso no nací un 7 ni en el año 77 pero si adopte un 7 (de diciembre) como día “de suerte”. En realidad no fue elegido del todo en forma azarosa, ya que en un día como ese se celebró mi fiesta de egresados, lo cual me pareció mérito suficiente como para otorgarle el podio. Fecha a veces cuestionada y mirada con recelo porque también es el cumpleaños de mi prima hermana, “esa” con la cual siempre me comparaban por ser más “hacendosa” que yo, por lavarse las bombachas a temprana edad y por ayudar en las tareas del hogar. Ah! Y además siempre fue, es y será súper flaca. De todas maneras, con prima o no, supe por varios años adoptar “su” día como de buenos augurios. Con el correr del tiempo y ante la ausencia de hechos extraordinarios que lograran mantener su supremacía decidí abandonarlo. Año 2007: un nuevo 7, en este caso de Septiembre vuelve al ruedo y promete consagrarse para siempre...Ya van a enterarse por qué.
Jueves 30 de Agosto (celebración de Santa Rosa de Lima). Un día como todos, sólo que en lugar de levantarme a la hora de costumbre, el reloj (o el cuerpo, no recuerdo bien) me jugaron una mala pasada y perdí la oportunidad de seleccionar un atuendo medianamente digno que me permita asistir a mi trabajo “algo” arreglada. Hacia mucho tiempo que había dejado atrás la pretensión de vestirme dignamente, solo recuerdo esporádicas temporadas menos gorda que me permitían jugar a lucir modelos mas modernos. Para ese entonces lo mío eran las túnicas estilo hindú y un precioso saco de lana con capucha, largo y sobrio que adquirí en tres colores diferentes agradecida por su perfecta funcionalidad.
Esa mañana mis togas no estaban disponibles, por lo cual decidí ir con remera (y el sacón obvio!). Claro síntoma de que ya no me importaba nada. A la radio con remera? Jamás! Pero total… quien me iba a ver?. Los mismos de siempre. Al llegar observé al conductor luciendo una corbata, signo inequívoco de visita importante. Quien viene? El Dr. Ravenna. QUIEN???????? Mi memoria no tuvo que bucear demasiado para localizar ese nombre en el archivo. Dos años antes lo había visto en una tapa de la revista Única. Allí, Daisy May Queen con su enorme sonrisa y mejor figura testimoniaba lo increíble: había bajado 36 kilos en tiempo récord con el famoso médico. Presurosa compré la revista y la devoré junto con otras cosas ni bien entré a mi casa. En la nota, ella hablaba de una dieta muy restrictiva, pero evidentemente efectiva, de no tener hambre (si, claro!), de una Dra. Candelaria que había sido algo así como su ángel de la guarda y de haberse salido sólo una vez del plan. Pero bueno, Daisy vivía en Buenos Aires y además era famosa. Imposible. Totalmente inalcanzable. Entonces qué estaba pasando en ese día nefasto donde por primera vez en la historia había ido a trabajar con remera? Ravenna venía a mi? Había llegado el momento esperado?......